GALERÌA MACONDINA

GALERÌA MACONDINA
SERIES PAISAJES "Una visita con colores a mi barrio" IVAN REY - Producciones del Taller de Plàstica

"...Sueño mis pinturas y luego pinto un sueño..." Vincent Van Gogh

"...Sueño mis pinturas y luego pinto un sueño..." Vincent Van Gogh

24 de octubre de 2008

Las buenas conciencias


¿Hasta qué edad es necesario bajar la imputabilidad para calmar las conciencias de los buenos ciudadanos que claman por seguridad? ¿Los 14? ¿Los 12? ¿Acaso los 9 años? La historia no es nueva y los discursos autoritarios y de mano dura que claman por limpieza social se han repetido a lo largo de las décadas demasiadas veces. Vuelven una y otra vez queriendo hacernos creer que la tierra es un infierno del que no se vuelve. Y que la maldad es intrínseca a los pibes pobres, morochos, de gorrita. El gobernador Daniel Scioli decidió que ésta es su hora. Y salió a protagonizar la cruzada contra los chicos malabaristas, limpiavidrios, contra esos mismos chicos que el sistema expulsó una y mil veces hasta tornarlos ajenos. E imponerles un territorio propio del que no deben salir.
¿Son los niños perversos por naturaleza? ¿Sigue vigente esa ecuación que gritó a los cuatro vientos Luis Agote, padre de la ideología del Patronato que decía que niño pobre es igual a delincuencia? ¿Quién se hace responsable de que millones de chicos argentinos estén atravesados por infinitas vulnerabilidades? Son demasiados los que gritan que hay que poner fin a la impunidad queriéndonos hacer creer que es ésa la real impunidad. La de los niños que –como dicen- “entran por una puerta y salen por la otra. No hablan de los impunes de siempre. De quienes generaron el maltrato sistemático, la indigencia, la exclusión, la fragilidad infinita. No cuentan que existen millones que no pueden llevar el pan a la mesa todos los días. Ni tampoco que existen decenas de pibes que se mueren a diario por causas evitables. Que no entienden –o nos dicen que no entienden- que el hambre es un crimen que arrasa con las vidas de esas semillas de mañana. Y optan por el camino de la muerte y de la cárcel.